LA BATALLA DE LAS CANGREJERAS


La batalla de las Cangrejeras, fue un evento bélico enmarcado en la Guerra de Arauco y que tuvo como principal escenario un lugar cercano al Fuerte de Yumbel, durante la estrategia político militar llamada Guerra Defensiva que enfrentó a españoles y mapuches el 15 de mayo de 1629.

Este asalto indígena, fue liderado por el cacique Lientur (apodado EL DUENDE por los españoles), junto a ochocientos guerreros mapuches, quienes enfrentaron a los españoles dirigidos por el sargento Mayor Juan Fernández Rebolledo y que no superaban los ciento cincuenta hombres, en un lugar cercano a las márgenes del estero Yumbel, a unos 5,6 kilómetros al norte de la fortificación del mismo nombre, en un sector llamado Las Cangrejeras, y que estaba en el camino que seguía el Conquistador hacia Yumbel.


Fue un día de temporal con viento y lluvia, en que los ejércitos españoles y mapuches se enfrentaron. Los mapuches tomaron ventajas tácticas ya que las condiciones climáticas imperantes (mucha humedad) impedían que las mechas de los arcabuces se encendieran.

Los relatos cronísticos de la época relatan y valoran la experticia militar de este enfrentamiento, puesto que los indígenas liderados por Lientur usaron una estrategia militar conocida como, maniobra de pinzas, la que es entendida en el mundo militar en que la infantería y la caballería son divididas, la primera preocupada de atacar el centro y la segunda por los flancos. Esta táctica inmovilizó a los españoles impidiendo contraatacar rápidamente. El triunfo fue total para los araucanos. La caballería española huyó y los infantes fueron derrotados en el terreno. Hubo sesenta muertos y treinta y seis prisioneros, entre ellos, el destacado soldado y cronista criollo nacido en la ciudad de Chillán, Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán.


La costumbre bélica de la época obligaba a los triunfadores a repartirse los prisioneros. Pineda y otro soldado son tomados por el cacique Maulicán y la gente de Chol Chol. El camino era muy largo, unos 200 kilómetros entre Yumbel y Chol Chol, y caminaban en medio de una tormenta de lluvia como son las que hasta hoy existen en la zona.

 Francisco Nuñez de Pineda  más tarde escribiría sus memorias en un texto titulado “El Cautiverio Feliz”.  En él, se particulariza y describe la forma de vida, las creencias y la sociedad de la comunidad mapuche liderada por el cacique Maulicán, en este sentido, el relato de este testigo resulta de importante valor histórico, puesto que además de ser un relato de vida, es un escrito que logra comprender las formas y estructuras sociales de un grupo indígena, el mapuche, considerado por la colonia española como inferior.

Cautiverio Feliz, de Francisco Nuñez de Pineda y Bascuñán: “en que se refiere a la batalla que en el Tercio de San Felipe de Austria tuvo en el sito de Las Cangrejeras, donde murieron cien hombres y el autor quedó preso y cautivo por los araucanos”

“Una legua de nuestro cuartel (Tercio de San Felipe de Austria) llegaron más de ochocientos indos enemigos, y en un estrecho paso del estero que llamas las Cangrejeras, nos aguardaron resueltos y adelantados, adonde tuvimos el encuentro había corrido nuestras estancias comarcanas y hecho gran estrago en ellas, cautivados y muerto muchos habitadores, quemando y saqueado algunas chacras y propiedades.

Llegó la primera cuadrilla de hasta doscientos indios al referido paso, adonde embistió con ellos nuestra caballería y trabó escaramuza por apoderarse del paso que tenían ganado, y ellos por defenderle con los nuestros, de suerte que fue la suya tan buena que en aquel primer encuentro degollaron quince españoles y cautivaron tres o cuatro, obligando a los demás a retirarse a una loma rasa cercana al paso, y aguardar la infantería, que contada prisa marchaba a mi cargo, habiéndonos llegado aviso de haberme encontrado con el enemigo nuestra gente. Y habiendo montado a caballo los infantes que pude, llegué con toda prisa al sitio adonde la caballería derrotada no estaba aguardando; y en tres compañías de infantería que llegamos aún no era el número de ochenta soldados, que con los de la caballería haríamos poco más de ciento sesenta y el ejército enemigo pasaba de mil, porque en el tiempo que nos dilatamos en incorporando a los nuestros, se habían agregado las demás cuadrillas enemigas a las que primero ganaron el paso. Cuando en el alto de la loma me puse con la infantería, divisando en los médanos de abajo al enemigo, que en algunos de ellos se estaban apeando de sus caballos para embestirnos, al punto desmonté del mío, cogiendo la vanguardia como capitán más antiguo de infantería, disponiendo los soldados que conmigo acababan de llegar con el mejor orden que pude, entreveradas las picas con la arcabucería, fui marchando para el enemigo, que estaría como media cuadra poco más o menos de los nuestros.

Disponiendo la poca gente que en la infantería gobernaba; el enemigo no aguardó a dejarnos acabar de poner en orden para la batalla, pues embistiendo con nosotros en forma de una media luna, la infantería en medio guarnecidas por los lados de su caballería, se vino acercando a nuestro escuadrón, dando unas veces saltos para arriba de los infantes, y otras, por desmentir las balas que les tiraban, cosiéndose con el suelo. Erales el tiempo favorable por ser lluvioso y el viento norte apresurado y recio, que nos imposibilitó nuestras armas de fuego, de manera que no se pudo dar más de una carga, y esa sin tiempo ni sazón. Con que al instante su infantería y caballería cargó sobre nosotros con tal fuerza y furia, que a los ochenta hombres que nos hallamos a pié, nos cercó la turbamulta, y habiéndonos desamparado nuestra caballería, nos cogió en medio, y aunque pocos para tan gran número contrario, sin desamparar sus puestos, murieron los más como buenos y alentados soldados peleando valerosamente.” (parte del relato que hace Francisco Nuñez de Pineda y Bascuñán en el libro “El cautiverio Feliz”).

Higinio Olivares Silva, Profesor Normalista.-

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